Vera+Cruz, 450 años de fe, historia y devoción en Moguer

 

Comisión del 450 Aniversario 

Bendita sea la luz
Y la Santa VeraCruz
Y el Señor de la verdad,
Y la Santa Trinidad;
bendita sea el alba,
Y el Señor que nos la manda;
bendito sea el día
Y el Señor que nos lo envía
.

 

Plegaria del amanecer, salmodiada en el s.XVI

La llegada de los franciscanos a Moguer, en la década de los treinta del siglo XIV, marca un antes y un después en el amplio devocionario moguereño. Siendo este momento el punto de partida del culto a la Cruz y a la Sangre de Cristo en la villa. Si bien la fecha exacta de la fundación de la cofradía de la Vera+Cruz nos es desconocida hasta el momento.

 

Su cofradía, en principio, fue un “instituto de sangre” (hermanos disciplinantes que se flagelaban durante la estación de penitencia). Marcando un hito importante en su expansión la posterior fundación de la capilla propia en el cenobio franciscano bajo la advocación del Crucificado. Es en este preciso instante, cuando la devoción a la Vera+cruz de Cristo cobra un papel relevante en la religiosidad del momento. Pues se produce un cambio en las últimas voluntades de sus cofrades, como queda reflejado en sus testamentos pasando, de pedir el acompañamiento de su cofradía en su entierro, a pedir inhumarse “con ella”, concretamente en la bóveda funeraria de la capilla conventual.

 

Estas prácticas, conocidas gracias a los protocolos notariales de Moguer conservados en su Archivo Histórico Municipal, son muy comunes y la sitúan en la segunda mitad del siglo XVI. Pudiendo afirmarse, por el estudio de las mandas testamentarias de los moguereños que piden este tipo de acompañamiento a su cofradía, que ésta,  se hubiera fundado unos años antes.

Estos otorgamientos, dirigidos a la Cofradía de la Sangre y Vera+Cruz de Cristo, fueron incrementando paulatinamente conforme la orden franciscana finaliza las obras de su nuevo convento de Santa María de la Esperanza, al que se traslada la comunidad en 1482[1] .

 

Así, en 1571 “María González de Gallegos, mujer de Pedro de Espinosa Tovillas,  manda se dé de sus bienes para la obra de S. Francisco 6.000 mrs y manda se dé a la cofradía de la Sangre por acompañar su entierro 6 ducados[2]. Si bien, el denominador común de las mandas de dicho año, se distinguen por la preferencia de los testadores para ser enterrados con el hábito de la orden franciscana. Como ocurrió con el otorgamiento de: “Leonor Díaz, hija de Bartolomé Martín y Teresa Díaz, vecinos que fueron del lugar de Lucena, mujer de Juan Rodríguez de Castro, ausente en las Indias. Manda que la entierren con la cofradía de la Sangre y en su presencia le digan las misas que se suelen decir por la cofradía y por ello le dé una limosna de 4 ducados. Declara ser devota de S. Francisco y desea ser amortajada con el hábito de la orden de San Francisco[3].

 

En este contexto, no es de extrañar que dicha cofradía pidiera a fray Francisco Carrillo, guardián del Convento de Ntra. Sra. de la Esperanza de Moguer, un lugar donde fundar capilla, hecho ocurrido el 30 de abril de 1573, previa licencia del Ministro Provincial de los Frailes Menores de la Observancia de Andalucía y Granada, que entrega a sus cofrades un sitio para que labren capilla en el lienzo donde se encuentra la sacristía hasta el testero y cocina, dicho sitio solía ser bodega y casa de Moguer de unos 20 pies de hueco, comprometiéndose el hermano mayor Antón García Vanegas y los demás cofrades a realizar para el convento una bodega, casa de mozos y caballeriza para su servicio. Debiendo de exornar la capilla, colocar un retablo y reja de madera en los arcos de la misma, a través de la cual se pudiera ver la venerada imagen del Cristo[4]. Dicha capilla contó con bóveda funeraria para que se llevaran a cabo enterramientos. Además de un corredor alto y otro bajo[5].

 

Los franciscanos se reservaron el derecho de oficiar las memorias de las misas celebradas en la recién fundada capilla de Vera+Cruz y los devotos manifestaban que deseaban inhumarse en la sepultura que el padre guardián del convento conviniera.

 



[1] ROPERO REGIDOR, Diego. El patrimonio económico del convento de San Francisco de Moguer en el siglo XVI. En: Montemayor 1989. Moguer: Ayuntamiento de Moguer, 1989, P. 46.

[2] A.H.M.Mo. Protocolo, sección Moguer. E.P. Francisco Beltrán. 1571. Leg.12 ff 275v-276r

[3] A.H.M.Mo. Protocolo, sección Moguer. E.P. Francisco Beltrán. 1571. Leg. 12 f 304v.

[4] ROPERO REGIDOR, Diego. Las cofradías de penitencia de Moguer en la segunda mitad del s.XVI. En: Semana Santa Moguer 1986. Moguer: Ayuntamiento de Moguer, 1986. P. 7. A.H.M.Mo. Protocolo, sección Moguer. E.P. Francisco Beltrán. 1573, ff. 176r-178r.

[5] DÍAZ DOMINGUEZ, Manuel. La religiosidad popular en Moguer  (1400-1936). Moguer: FMC, Archivo Histórico Municipal, 2005. P.503. Condiciones de la obra de San Francisco en lo que toca a la carpintería: “Al que tomare se a de obligar a hazella conforme a un corredor alto y bajo questa en la capilla de la sangre de dicho convento”.

Como ocurrió con los otorgamientos testamentarios realizados en 1589 por el presbítero  Francisco Martín Breva, que pidió ser sepultado en la capilla de la Antigua de la  parroquia, además de pedir que se le digan 1000 misas,  “250 misas en nuestra Santa Vera+Cruz por los frayles de él.” [1]  Y el de Leonor Rodríguez, mujer de A. Gómez, que en  1620, solicitó ser enterrada en la Capilla de la Sangre y dar a la cofradía de la Vera+Cruz, cuatro reales de limosna. [2]

 

Por otro lado, la cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad y Santo Entierro de Cristo se funda 1574 [3], concretamente el 15 de julio de ese año. Siendo la misma comunidad franciscana la que concede, el 12 de septiembre de 1575, unos terrenos a su hermandad para que levantara capilla “a espaldas del refectorio deste convento comenzando desde la portería hasta la huerta”.[4] La licencia obtenida especifica que en el recinto sacro se debería de contar con retablo, reja y ornamentos, cáliz de plata para llevar a cabo todas las actividades religiosas que en todo momento deberán ser realizadas por los frailes menores. La capilla se ubicó en el atrio o compás  del convento.

 

La primera de las corporaciones realizó su estación de penitencia en la tarde noche del Jueves Santo, mientras que la Soledad la efectuaba el Viernes Santo. Ambas cofradías de origen franciscano se volcaron en el culto a sus Sagrados Titulares y la asistencia y socorro de hermanos; Vera+Cruz centrada en acompañamiento  y entierro de sus cofrades y la Soledad cediendo su capilla para realización de bautizos, velaciones, bodas y salidas de viático (mientras que la parroquia estuvo en obras) [5] y el pago de las dotes para casamiento de las doncellas huérfanas pobres, al ser administradora del patronato de Teresa de la Torre, quien lo creara para tal fin desde 1596[6].

 

Así transcurrieron durante la Edad Moderna hasta verse afectadas por la política religiosa del Carlos III, al prohibir que realizasen su estación de penitencia una vez puesto el sol[7]. Teniendo que adaptarse a la nueva normativa imperante, que iba encaminada al control de las cofradías y sus bienes por parte de los gobernantes, hasta dar lugar a las desamortizaciones de final del XVIII que les despojó de los bienes donados por sus cofrades. La invasión francesa, los destrozos y el expolio de los lugares de culto y la desamortización definitiva de 1835, que expulsa a los frailes del convento y pone en venta una de sus capillas, suponen un varapalo para ambas corporaciones teniendo que trasladar sus imágenes con posterioridad a Santa Clara y a la parroquia.

 

A partir de entonces, ambas cofradías se apoyan la una a la otra. Hasta que el 23 de marzo de 1867 [8], se reúnen en una sola. Comenzando una nueva andadura, pero sin renunciar cada una a su idiosincrasia como queda recogido en sus reglas (organización de la procesión,  color de la cera, la hora de salida, el itinerario procesional). Primando el culto a la Santa Cruz, como principal Titular de la cofradía y la asistencia y socorro de sus hermanos a la hora de la muerte, por encima de las salidas procesionales, pues si alguna de sus dos cofradías no pudiera salir, como ocurrió, sería la del Santo Entierro.

La Hermandad actual es el resultado de la fusión de las cofradías penitenciales del siglo XVI. Cuenta con una amplísima trayectoria no exenta de avatares que mermaron su existencia como fueron el terremoto de Lisboa, el expolio con la invasión francesa, la desamortización y la venta de sus bienes, los traslados de sede y la destrucción total que supuso Guerra Civil del 36.

 



[1] A.D.H. Moguer. Capellanías. Francisco Martín Breva. Caja 33.

[2] A.H.M.Mo. Protocolo, sección Niebla. E.P. Francisco Enríquez y Lorenzo. 1620.

[3] DÍAZ DOMINGUEZ, Manuel. La Soledad y Ntro. Padre Jesús Nazareno: cofradías penitenciales. La devoción hecha historia. Moguer. Semana Santa. Anuario de Cofradías 1999. Moguer: Fundación Municipal de Cultura, 1999. P. 37.

[4] ROPERO REGIDOR, Diego. La cofradía de la Soledad en las fuentes locales. En: Soledad 25 Aniversario: boletín informativo Hermandad del Stmo. Cristo de la Vera+Cruz. 1997. P. 22.

[5] DÍAZ DOMINGUEZ, Manuel. La religiosidad popular en Moguer  (1400-1936). Moguer: FMC, Archivo Histórico Municipal, 2005. P 502 A.D.H. Sección Justicia. Serie Ordinaria. Año 1776. Caja 344.

[6] A.D.H. Sección Capellanías Moguer. Teresa de la Torre. 1596. Caja 62.

[7] RODRIGUEZ LIAÑÉZ, Laureano. Dos expedientes sobre Moguer de la Frontera en la Sección de Consejos del Archivo Histórico Nacional. En: Revista Montemayor 1996. Moguer: Fundación Municipal de Cultura, 1996. P

[8] A.H.V.C.M. Reglas. Estatutos Hermandades reunidas del Santo Entierro y Vera+Cruz.

A pesar de ello, como el árbol que reverdece, la devoción a la Vera+Cruz,  presente entre los moguereños, pervivió y resurgió de la mano de un grupo de fieles influenciados por el contexto de la época y apoyados por los sacerdotes de la parroquia.

 

Tras la adquisición de las imágenes en 1938, se configura la hermandad,  tal y como la conocemos hoy, con dos cofradías, la de Ntro. Padre Jesús de la Victoria y María Stma. de la Paz que incluso procesionó en Domingo de Ramos y la del Stmo. Cristo de Vera+Cruz y Ntra. Sra. de la Soledad, la cual procesiona en la actualidad el Viernes Santo.

 

Sirvan estas líneas como homenaje a todos los que se han aferrado desde el siglo XVI,  a la Vera+Cruz de Cristo. La pervivencia en el tiempo de su devoción,  es signo de fidelidad y gratitud por las gracias recibidas, 450 años después de su institución y que ahora celebramos e invocamos para que nos proteja y libere de esta pandemia.

 

Y en el centro,

la Vera+Cruz como herencia,

alta torre, nave y leño,

guión teológico y alto,

bandera de fe en el viento.

 

Francisco Garfías López[1]. 1985

 

 



[1]. Hermano, secretario de la hermandad y pregonero de la Semana Santa de Moguer.  Poema: Paz, Vicoria, Vera+Cruz.

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