Hermandad de la Vera+Cruz. Orígenes y fundación

El culto a la Cruz, tuvo su origen en la ciudad de Moguer en la Baja Edad Media, cuando los franciscanos, custodios de los Santos Lugares, extendieron su culto por todo occidente al mismo tiempo que a la Sangre de Cristo; la existencia de ésta última posiblemente como instituto de Sangre, está datada en Moguer allá por 1348-1350[i], coincidiendo con la llegada de la comunidad franciscana a la ciudad, siendo éste probablemente el origen de la cofradía que nos ocupa, pues en un principio casi todas estuvieron unidas o eran la misma con varias acepciones, tratándose de un grupo de personas que se reunirían para dar culto a la Cruz[ii].

 

Según el testamento otorgado en Moguer por Domingo Gómez, el 8 de septiembre de 1343 confirma los indicios de culto a la Cruz, pues en la invocación testamentaria hace referencia a “aquel verdadero dios que vino en la verdadera cruz por todo el mundo saluar[iii]…” Al igual que su mujer Lazarena Fernandez que el 20 de enero de 1349 también recogió en su invocación testamentaria su devoción al Sagrado Leño en la siguiente forma: “e creyendo firmemente en aquel verdadero Dios que veno en la vera+cruz a todo el mundo a saluear, e temiendo la muerte natural[iv]

 

Sea como fuere el origen de la devoción a la Santa Vera+Cruz en Moguer, su cofradía como tal, no estaría constituida has el s.XVI, aunque se desconoce la fecha de su fundación, en un principio al igual que sus homónimas tendría un carácter disciplinante o de sangre muy de acuerdo con las predicaciones de San Vicente Ferrer en España (1350-1416). De su antigüedad ya nos dejó constancia D. Joaquín Cabrera Paredes en una carta remitida al Arzobispado de Sevilla en 1867 afirmando que su antigüedad se remonta al s. XV.

 

En un principio la cofradía de la Sangre recibió innumerables mandas a través de los testamentos también practicó la caridad y asistencia a sus hermanos, especialmente en la participación post mortem (el sepelio) en un principio y luego también en el enterramiento cuando contó con capilla propia. Así, D. Alonso Cota solicitó en su testamento de 1563 ser sepultado en la iglesia de Moguer, pidiendo a la cofradía de la Sangre que la acompañase su cuerpo por ser cofrade de ella[1].

 

Estos otorgamientos, dirigidos a la Cofradía de la Sangre y Vera+Cruz de Cristo, fueron incrementando paulatinamente conforme la orden franciscana finaliza las obras de su nuevo convento de Santa María de la Esperanza, al que se traslada la comunidad en 1482[1] .

 

Así, en 1571 “María González de Gallegos, mujer de Pedro de Espinosa Tovillas. Manda se dé de sus bienes para la obra de S. Francisco 6.000 mrs y manda se dé a la cofradía de la Sangre por acompañar su entierro 6 ducados[2]. Si bien, el denominador común de las mandas de dicho año, se distinguen por la preferencia de los testadores para ser enterrados con el hábito de la orden franciscana. Como ocurrió con el otorgamiento de: “Leonor Díaz, hija de Bartolomé Martín y Teresa Díaz, vecinos que fueron del lugar de Lucena, mujer de Juan Rodríguez de Castro, ausente en las Indias. Manda que la entierren con la cofradía de la Sangre y en su presencia le digan las misas que se suelen decir por la cofradía y por ello le dé una limosna de 4 ducados. Declara ser devota de S. Francisco y desea ser amortajada con el hábito de la orden de San Francisco”[3].

 

 

Dado su carácter franciscano, no es de extrañar que dicha cofradía, en 1573 pidiera a Fray Francisco Carrillo, guardián del Convento de Ntra. Sra. de la Esperanza de Moguer, un lugar donde fundar capilla, previa licencia del Ministerio Provincial de los Frailes Menores de la Observancia de Andalucía y Granada que entrega a sus cofrades un sitio para que labren capilla en el lienzo donde se encuentra la sacristía hasta el testero y cocina, dicho sitio solía ser bodega y casa de Moguer de unos 20 pies de hueco, comprometiéndose el hermano mayor, Antón García Vanegas y los demás cofrades a realizar para el convento una bodega, casa de mozos y caballeriza para su servicio. Además se vieron obligados a exornar la capilla, colocar un retablo y reja de madera en los arcos de la misma, a través de la cual se pudiera ver la venerada imagen del Cristo[vi]. Dicha capilla debía contar con bóveda funeraria para que se llevara a cabo enterramientos.

 

Esta actividad queda confirmada por el testamento efectuado el 22 de marzo

de 1586 por Alonso Vicente, vecino de Hinojosa “Ytem mando a la cofradía de Sangre y Vera+Cruz de esta villa doce reales los cuales se le paguen de mis bienes y ruego y pido por amor de Dios al hermano mayor e oficiales y demás hermanos de la dicha cofradía que me entierren con ella[vii]”, así como por el otorgamiento testamentario realizado tres años más tarde por Francisco Martín Breva que además obliga a sus cofrades a que se le digan “250 misas en nuestra Santa Vera+Cruz por los frayles de él[viii]

La Hermandad de la Vera+Cruz de Moguer está agregada a la Cofradía del Santo Crucifijo de la Basílica de de San Marcelo en Roma, Casa General de la Orden Servita, O.S.M., desde 1625,  beneficiándose así de sus gracias e indulgencias[ix]otorgadas a dicha Archicofradía. En la actualidad sus bulas fueron renovadas en 1997 por el Pontífice Juan Pablo II.



 

[1]A.D.H. Capellanías. Moguer. Cajas 68-69-70. Testamento de 5 de mayo de 1563 y codicilo de 21 de julio de 1564.

[2] ROPERO REGIDOR, Diego. El patrimonio económico del convento de San Francisco de Moguer en el siglo XVI. En: Montemayor 1989. Moguer: Ayuntamiento de Moguer, 1989, P. 46.

[3] A.H.M.Mo. Protocolo, sección Moguer. E.P. Francisco Beltrán. 1571. Leg.12 ff 275v-276r

 

[4]A.H.M.Mo. Protocolo, sección Moguer. E.P. Francisco Beltrán. 1571. Leg. 12 f 304v.

[5] ROPERO REGIDOR, Diego. Las cofradías de penitencia de Moguer en el asegunda mitad del s.XVI. En: Semana Santa Moguer 1986. Moguer: Ayuntamiento de Moguer, 1986. 

[6] SANCHEZ HERRERO, J. et al. Los cuatro tipos diferentes de cofradías de Semana Santa desde su fundación hasta la crisis de finales del s.XVIII en Andalucía Bética y en Castilla. En: Actas I Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa. Zamora: Diputación Provincial de Zamora, 1998. P. 263-264.

[7] A.D.H. Pergamino nº 124 bis de 310x460mm. En: VILAPLANA, Asunción. La colección diplomática de Santa Clara de Moguer: 2180-1483. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1975. P. 161.

[8] A.D.H. Pergamino nº 124 de 310x210mm. En: VILAPLANA, Asunción. Op. Cit. P. 142.

 [9] ROPERO REGIDOR, Diego. Las cofradías de penitencia de Moguer… Op. Cit. P. 142.

[10] A.H.M. Protocolo, sección Moguer. E.P. Francisco Beltrán, lib. Año 1573, ff.176r-178r. Transcripción realizada por Ropero Regidor para la Exposición de Documentos “Cofradías y Advocaciones de Moguer en los fondos del Archivo Histórico”. Moguer. 27 marzo al 24 de abril de 1996. 

[11] Testamento facilitado por Manuel Díaz Domínguez, atestiguando la teoría de que la cofradía de la Sangre y Vera+Cruz son las mismas, son por tanto una sola cofradía. A.H.M. Protocolo, secc. Moguer, E.P. Francisco Beltrán, Francisco Pardo y Antonio Serrano, 1566-1586, ff. 592r-595v.

[12] A.D.H. Moguer. Capellanías caja 33. E.P.Francisco Martín Breva

[13] A.D.H. Hermandades, caja 6. Arciprestazgo de Moguer: Hermandad de la Vera+Cruz de Moguer, exp. de 1865. En: GONZÁLEZ GOMEZ, JM, CARRASCO TERRIZA, M.J. Escultura Mariana Onubense. Huelva: Diputación Provincial de Huelva, 1992, P. 283.

  

Esta cofradía radicaba aún en 1732 en el atrio del Convento de San Francisco, según informe de la visita canónica que se realizó en Moguer , así como también en 1785 fecha en que Pedro González, mayordomo de la cofradía, y su esposa María López piden ser enterrados en la Iglesia Parroquial o de lo contrario en el convento de San Francisco, concretamente en la Capilla de la Vera+Cruz, además por la devoción que María López profesa a la imagen del Cristo de Vera+Cruz que se encuentra en su altar y capilla del citado convento, lega más de 2000 cepas de viña que tiene en el sitio de Cortés a condición de una misa anual rezada cada 3 de mayo.

La cofradía permaneció en San Francisco hasta 1836, fecha en que se llevó a cabo el proceso desamortizador definitivo del convento, aunque ya había sufrido un primer intento desamortizador de bienes urbanos y rústicos a partir de la Real Cédula de 1798 por la que la Junta Suprema establece el modo de ejecutar las enajenaciones. En 1800, el Real Fondo de Amortización de Sevilla, vendió a D. Manuel Sánchez Toscano 2500 cepas pertenecientes a esta cofradía al precio de 2 reales y cuartillo cada una, siendo su Hermano Mayor, D. Pedro Fernández Morodo.

           A raíz de la desamortización esta cofradía tuvo que abandonar su capilla situada en el claustro del Convento de San Francisco, estableciéndose en la cercana Iglesia del Convento de Santa Clara, de la comunidad clarisa. Este suceso junto con el período de crisis que azotó a las cofradías, hizo que se fusionase con la de Ntra. Sra. de la Soledad, también conocida como Santo Entierro y que por aquellas fechas llevaba dos años sin procesionar. Obtuvo la aprobación de sus estatutos por Real Despacho de 23 de marzo de 1867 de S.M. Dª Isabel II contando más tarde según documento regio fechado en 1896 con la aceptación de Hmno. Mayor por parte de S.M. D. Alfonso XIII y en su nombre por su augusta madre, Dª María Cristina de Habsburgo-Lorena, Reina Regente de España.

 

Estos estatutos son el más valiosos testimonio documental de la Hermandad, consta de tres capítulos que se subdividen en artículos que establecen la estructura interna y la organización de la cofradía, sus cultos, la estación de penitencia y la asistencia y el socorro de sus hermanos.

 

Esta última actividad consistía en el auxilio en caso de enfermedad o en caso de fallecimiento. La primera se materializaba en la visita a los enfermos y la administración del Santo Viático que debía de acompañarse con cirios encendidos portados por los hermanos hasta la casa del enfermo. En el segundo caso, cuando algunos de sus hermanos fallecían, la Hermandad nombraba una comisión que junto con el capellán y las insignias acompañaban el cortejo fúnebre hasta la parroquia y durante el oficio se ponía al fallecido 12 cirios. Cuando éstos eran hermanos pobres la cofradía corría con los gastos del sepelio.

 

Su festividad litúrgica más importante, se celebraba todos los años, el día de la Invención de la Santa Cruz (3 de mayo) con una solemne función (se cantaba misa y predicaba sermón) dedicada al Cristo de la Vera+Cruz a la que debían de acudir todos los hermanos que desearan ganar las gracias e indulgencias concedidas por varios pontífices. Probablemente una de estas bulas fuera el Viva Vois Oráculo o Bula de la Vera+Cruz emitida por el pontífice Paulo III, el 7 de enero de 1536 a favor de la Cofradía de la Vera+Cruz de Toledo, extendiendo sus privilegios posteriormente a todas las cofradías de cruceras de Castilla y Andalucía. 

 

Esta festividad de la Invención de la Cruz, queda constatada en la mayoría de las mandas piadosas y memorias fundadas a cambio de misas celebradas ante la imagen del Cristo el día 3 de mayo. Es el caso de José Ramírez, que en 1716 funda una memoria de una misa rezada por su alma y la de su mujer Josefa del Hoyo, entregando 3 reales por cada misa, destinando además 9 reales del tributo para cera y gastos de la cofradía o el de Francisco Manuel [...] y su suegro Pedro Pinzón que ceden el tributo de tierra que poseen a la Cofradía a cambio de una misa rezada para siempre jamás en su capilla, teniendo los hermanos la obligación de dar 3 reales de limosna y de destinar el resto del tributo para cera.

 

Hermandad de la Soledad y Santo Entierro. Orígenes y fundación

            La cofradía de la Soledad, se remonta a la segunda mitad del S.XVI, cuenta con reglas desde 1574. Un año más tarde, lleva a cabo la fundación de su capilla, concretamente cuando García Ribera, Ministro Provincial de la Comunidad otorgó licencia para la edificación de ésta “a espaldas del refectorio deste convento comenzando desde la portería hasta la huerta”. La licencia obtenida especifica que la capilla debería de contar con retablo, reja y hornamentos cáliz de plata para llevar a cabo todas las actividades religiosas que en todo momento eran realizadas por los frailes menores “agora y en todo tiempo los sufragios, missas, bísperas, predicaciones y procesiones y todo lo demás que en la dicha capilla se vuire de dezir y celebrar se diga y celebre por los frayles de este dicho convento.”

 

          Se trataba de una construcción que discurría siguiendo un eje perpendicular acodado al de la iglesia del propio convento, abriéndose al atrio o compás del mismo, propiciando que años más tarde con la demolición del muro del compás, se conociera dicho espacio urbano como Plaza de la Soledad.

 

            Por la documentación existente en el Registro de la Propiedad de Moguer se conoce las dimensiones y linderos de la capilla, esta se componía “de una nave principal de 28 mts de longitud, que parte de Este a Oeste, y 7,5mts de latitud y dos habitaciones, a el norte una, con frente a la calle o plazoleta que era el compás o entrada del Convento, con 5,86 mts de longitud, y latitud de 3,35 mts, y la otra, en el extremo opuesto, de 6 mts de longitud y 5 de latitud, sin corra; linde norte, casa de D. Francisco Thorices; sur, el referido convento de San Francisco; este huerta de D. Francisco Thorices; y oeste, la referida plazoleta, sin número” (finca con nº de registro 1561, ff. 121v, del libro 14, tomo 39)

 

         

 Diez años más tarde, en 1585, el Hermano Mayor de la Soledad, Antonio Rodríguez y los maestros albañiles Manuel Caraballo y Antón García suscribieron el contrato para la realización de una obra en la capilla, consistente en la modificación de su cúpula y el embellecimiento del edificio, quizás también para estar más en consonancia con las actividades religiosas que tenían lugar en ella.

La cofradía gozaba de gran devoción, ocupaba el 4º puesto de las advocaciones marianas preferidas por la población, y el primero en cuanto a advocaciones dolorosas según el estudio de las mandas testamentarias comprendidas entre 1671-1701 realizado por los estudiosos onubenses Lara Ródenas y González Cruz.

 

          Muestra de esta preferencia devocional, son las mandas testamentarias. Este es el caso de Juana de Abreu que en 1617 dona a la Virgen de la Soledad un jubón de tela blanca y cien reales para ayuda a una corona, así como las memorias fundadas en 1784 por Dª Leonor Conde de una misa cantada el día 6 de abril de cada año en la Capilla de la Soledad, previa limosna de 15 reales y la realizada por Juana Martín la Mondragona que asignó en su testamento a la cofradía la cantidad de 1000 ducados a cambio de 22 misas cantadas cada año más 170 rezadas"dando de lismona por cada una dos reales y medio de vellón y el residuo que quedase de los redictos de dichos 1000 ducados se aprovechase para los gastos y necesidades de la cofradía"

 

En 1800 sufre las primeras enajenaciones de sus bienes urbanos y rústicos, tal es el caso de la venta efectuada por D. Francisco González Cedreoza, abogado de los Reales Consejos, Corregidor y Capitán de Guerra y como Juez y en representación de la Cofradía de la Soledad, debido a que su Hermano Mayor, D. José Hernández Pinzón había fallecido, a Don Manuel Sánchez Toscano de 6850 cepas situadas en la finca conocida como La Rica junto con el pinar situado al sitio de la Junta del Molinillo conocido en el topónimo moguereño como Pinares de la Soledad.

 

           La invasión francesa también afectó a la cofradía pues en su capilla, instalaron las tropas napoleónicas su cuartel general, este suceso junto la desamortización de 1836 hicieron que la cofradía perdiera su capilla. Trasladándose en un primer momento a la Iglesia Conventual de Santa Clara, para posteriormente, tras la petición efectuada por Ignacia Hernández Pinzón en 1852, trasladarse a la Parroquia, concretamente tuvo su altar en el testero de la fachada principal.

          La cofradía de la Soledad, en el ámbito de la acción social destacó por el casamiento de doncellas huérfanas pobres, mediante la administración de patronatos. Concretamente tenía a su cargo la administración del que fundara Dª Teresa de la Torre, junto al Vicario de la Parroquial, Fracisco de Arjona Ximénez, al guardián del Convento de San Francisco, Pedro de la Torre y en la calidad de mayordomo de la cofradía, Francisco Chacón Enríquez, juntos llevaron a cabo numerosas dotes entre las que se destaca la del 27 de agosto de 1715, cuando se libra una carta de pago a favor de Francisco Romero casado con Mensía del Hoyo beneficiada de la memoria por la cantidad de 20 ducados para su casamiento.

 

          La cofradía de la Soledad estuvo afectada directamente por la política religiosa llevada a cabo por Carlos III, al prohibir que se realizasen estaciones de penitencia una vez puesto el sol. A lo que sus Hermanos Mayores, Manuel Cobano Arjona, titular del Santo Oficio en Moguer y D. José Hernández Pinzón recurren al Supremo Consejo de Castilla el 14 de mayo de 1782 para que le fuera anulada dicha supresión debido a que la cofradía se recogía media hora después de la oración“por no ser corta la estación ni ligeros los pasos”, quedando el recurso en un intento fallido al mantenerse tal prohibición sin distinción alguna. Esta supresión trajo como consecuencia, la modificación de la estación de penitencia de la cofradía en detrimento de las limosnas que recibía por ello, por lo que pudiera apuntarse que la citada supresión fuera en parte la causante de la crisis en la que sucumbió la cofradía que incluso dejó de hacer estación de penitencia dos años hasta producirse la fusión con la cofradía de la Vera+Cruz.

Posteriormente en los sucesos del 36 fue una de las cofradías más afectadas al perder no solo sus imágenes y patrimonio artístico, sino también su archivo que por aquel entonces se encontraba en un armario en la Parroquia.

 

La Hermandad, retoma los desfiles procesionales en 1943, bajo el influjo de las hermandades de excombatientes fundadas en Huelva y Sevilla. Dando lugar a la aparición de una nueva cofradía del Cristo de la Victoria y la Virgen de la Paz . Por tanto, la Hermandad se configura con dos cofradías penitenciales que hacen estación de penitencia en la actualidad el Miércoles y el Viernes Santo. 

 

La Hermandad actual es el resultado de la fusión de dos antiguas cofradías de origen franciscano  del s. XVI. Cuenta con una amplísima trayectoria no exenta de avatares que mermaron su existencia como: el terremoto de Lisboa, el expolio con la invasión francesa, la desamortización y la venta de sus bienes, los traslados de sede y la Guerra Civil de 36. 

 

 

© Juan Antonio Hernández Morales

Licenciado en Biblioteconomía y Documentación

Hmno. de la Hermandad.

 

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